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Hay quienes toman analgésicos, desinflamantes, sedantes, calmantes u opioides. Otros toman ansiolíticos, antidepresivos, antipsicóticos o estimulantes.
Hay quienes beben, fuman, comen todo lo que se les antoja en grandes cantidades. Muchos ingieren sustancias “controladas”, irónicamente, de forma descontrolada.
Otros se dicen a sí mismos que prefieren la vía natural y consumen hierba, comestibles de THC, ayahuasca u hongos alucinógenos. Un creciente número de personas caza sapos del desierto para extraerles su veneno y, una vez seco, fumárselo para acceder a estados alterados de consciencia. Otro grupo está muy al tanto de las investigaciones del consumo de microdosis de psicodélicos con fines terapéuticos.
Muchos consumen sexo seguro y también inseguro. Tienen relaciones de forma consciente e inconsciente. Sobrios y alcoholizados. Solos y acompañados, de forma física o solo mental.
Todo con el fin de lidiar con el sufrimiento humano, aunque nada de eso lo resuelve de forma permanente.
La vía saludable
Hay quienes comen saludable, hacen ejercicio, practican yoga y mindfulness. Se dan el tiempo para pasar tiempo de calidad con sus seres queridos. Se escapan a Europa, a Canadá, al Caribe o a cabañas en el bosque.
Hacen senderismo, acampan, escalan o salen en bici. Juegan futbol, basquet, beisbol o tenis. Entrenan box, kickboxing, Muay Thai, Jiu-Jitsu o artes marciales mixtas.
Cocinan los fines de semana mientras se toman varias copas de vino. Ven el Superbowl, la Champions, el Gran Premio, los Olímpicos, el Mundial, los Óscares, los Grammys.
Llevan al perro al parque o simplemente se quedan en casa a leer libros con sus gatos.
Visitan al médico con frecuencia. Toman vitaminas, glucosamina, condroitina, magnesio, cúrcuma o cápsulas de omega 3.
Comen delicias de alta cocina, de cocina gourmet. Comen tacos de la calle, las garnachas de barrio, mariscos o carne asada del norte.
Pero nada de eso resuelve el problema del sufrimiento de forma permanente.
La vía mediante el consumo de contenido
Algunos consumen cosas intangibles como series de Netflix. Tuits ingeniosos o una infinidad de tuits tóxicos. Ingieren Tik Toks idiotas, stories de IG de sus crushes, videos de animales haciendo cosas chistosas, streamings de gente jugando videojuegos, podcasts controversiales y bastante contenido político e ideológico en forma de memes.
Consumen ferias del libro, juguetes de diseñador, tiendas de viniles raros, colaboraciones de sneakers caros, novelas gráficas independientes, eventos underground de colectivos urbanos e intervenciones artísticas de objetos cotidianos.
Devoran libros de Nietzsche, Hegel, Freud, Lacan, Derrida, Foucault, Žižek, Fromm, Frankl y Bauman. Se enganchan por gusto en redes para discutir intelectualidad y media durante horas.
Pero nada de lo anterior resuelve el problema del sufrimiento humano.
La vía esotérica
Unos compran cuarzos, velas mágicas, aceites esenciales, triquetas, libros de ángeles, hierbas mágicas y minerales de todo tipo. Otros aprenden a leer el Tarot, las runas, el péndulo, oráculos, y otros más se entregan a la astrología.
Muchos se tatúan a Ganesha, al Buda, el Om hinduista o el mantra de la compasión en caracteres tibetanos. Algunos compran estatuas de Shiva, del Cristo, de la Santa Muerte o del Arcangel Miguel. Tienen colección de malas, cojines de meditación, mandalas, cuencos tibetanos e inciensos de diversos aromas.
Algunos le oran a Kali, otros a la Virgen. Otros más a las deidades coléricas y a las dakinis iracundas. Unos son devotos de la magia blanca, otros de la negra y otros más no distinguen una de otra porque practican tantra.
Muchos leen libros de Deepak Chopra, Eckhart Tolle, Thich Nhat Hahn, el Dalai Lama, Gurdjieff, Krishnamurti, Yogananda, Nisargadatta o Sri Aurobindo. Algunos se vuelven janistas, musulmanes, hinduistas o vedantistas y otros se vuelven budistas.
Pero nada de eso resuelve el problema fundamental del sufrimiento humano.
La vía hacia el heroísmo espiritual
Entonces, ¿qué lo resuelve?
La práctica.
La práctica espiritual constante.
¿Y cómo se practica?
Cultivando honestidad, acción saludable, sabiduría y meditación.
Quien practica una vez por semana, aminora levemente su sufrimiento. Quien lo hace tres veces por semana, experimenta paz mental varias veces al mes. Quien examina su alma a detalle, hace exámenes de consciencia, medita y se esfuerza por ser mejor persona todos los días, logra una paz que está presente casi todo el tiempo.
Hay quienes se esfuerzan todavía más y leen diario las escrituras sagradas. Meditan varias horas al día y son discípulos de maestros espirituales genuinos. Con diligencia fortalecen sus compromisos espirituales. Acumulan sabiduría, generosidad y mérito de forma genuina.
Ellos están a la vuelta de la esquina de un despertar espiritual.
Y cuando finalmente sucede, inicia el fin de su sufrimiento de forma real y duradera.
Quienes ya verificaron la cualidad sagrada de su ser, logran ingresar a la corriente que los llevará a la liberación total.
Y quien logra tal liberación, no solo nunca más vuelve a sufrir: también puede ayudar a otros a dejar de sufrir de forma permanente.
Se vuelve el héroe encarnado.
Continuará.
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