
En el Dharma, nos volvemos heroicos cuando traicionamos nuestra nocividad.
Por ejemplo, cuando nos abstenemos de caer en la ira, la arrogancia y la impaciencia.
O cuando no cedemos a los hábitos alimenticios poco saludables, al consumo excesivo de alcohol o a las drogas.
Somos heroicos cuando no sucumbimos a los impulsos sexuales que conducen a consecuencias dañinas.
El heroísmo también surge cuando renunciamos a las oportunidades de jugar a la víctima para manipular o humillar a otros cuando cometen errores.
Esta práctica no es fácil porque traicionar nuestra nocividad no está en nuestra naturaleza. Al contrario. Para los humanos es más fácil seguir enfermo. Esto se debe a que ir en contra de nuestra naturaleza siempre se siente desagradable.
Por lo tanto, aquellos que se atreven a estar cuerdos son pocos. Son extraordinarios porque la norma es permanecer sin cambios. Están dispuestos a soportar lo desagradable que es mejorar como persona y, por lo tanto, son heroicos.
Cómo ser heroico
Para empezar, tenemos que volvernos conscientes de nuestros malos hábitos. Pero no podemos simplemente decidirlo y ya. La conciencia sobre nuestras malas costumbres proviene de la ayuda externa. Necesitamos la ayuda de aquellos que ya fueron lo suficientemente valientes como para ver sus malos hábitos.
Dada nuestra adicción a las sensaciones placenteras, inconscientemente construimos complicados mecanismos para evitar ver nuestra verdadera naturaleza. A menos que un evento muy traumático nos obligue a ver nuestra cualidad nociva, la única forma de discernirla será mediante un guía externo.
Estos guías conocen todo tipo de autoengaños porque ellos también se han engañado a sí mismos.
Los adictos no engañan a los adictos recuperados. Los mentirosos no engañan a los ex mentirosos. Entonces, el primer paso heroico es acercarse a las personas que han dominado la honestidad y pedirles que te ayuden a ver tus malos hábitos.
Se necesitan agallas. Muy pocos se atreven a pedir ayuda incluso en los momentos más bajos de sus vidas.
Para ser heroico necesitas desarrollar honestidad contigo mismo
Después de esa primera decisión, el siguiente paso heroico es comenzar a ser honesto. Todos dicen que ya son honestos, pero eso no es cierto. Es imposible.
¿Cómo podemos ser honestos sobre aspectos de nuestra personalidad de los que ni siquiera somos conscientes?
En el momento en que un amigo espiritual revela nuestras deficiencias, el acto heroico es admitirlas. Debemos hacer esto muchas veces hasta que ser honestos se vuelva automático.
Cuando ya no podamos engañarnos a nosotros mismos y no podamos ocultar el hecho de que estamos siendo dañinos, surgirá la oportunidad de actuar de manera diferente.
Heroísmo en acción
Comportarse sano por primera vez no se siente bien. No te sientes seguro. Te sientes muy inseguro, vulnerable y desnudo. Esto se debe a que la acción heroica no coincide con quién eres actualmente.
Es posible que las cosas ni siquiera mejoren de inmediato. Si sueles ser una persona agresiva, no ceder a la ira puede incluso tener resultados no deseados. Por ejemplo, si los demás están acostumbrados a tus comentarios agresivos, lo esperado es que continúen a la defensiva incluso cuando tú ya no eres violento.
Dales tiempo. Tal vez has sido violento durante muchos años, por lo que es natural que ellos también sean agresivos. Pero si te mantienes firme, es decir, no violento, también se calmarán. Sentirás la necesidad de darles una lección, de demostrarles que eres más fuerte, que eres más poderoso. Pero no ceder a tal necesidad te hará heroico.
Si por lo general eres impaciente, aprender a relajarte y esperar a que las cosas se desplieguen por sí solas, no te parecerá natural. El impulso de perder el control y volver a desesperarte será fuerte. Dejar que fluya te hace heroico.
El heroísmo espiritual beneficia a los demás
Con el tiempo, tu comportamiento se volverá admirable. Tu propio heroísmo espiritual ayuda a otros a ver que es posible ser saludable. Necesitamos más de este tipo de evidencia, especialmente para aquellos con malos hábitos todavía reversibles.
Es el fin de tu enfermedad y el comienza de tu recuperación. Ahora estás listo para entrenar para convertirte en un noble.
“¡Levántate, oh héroe, vencedor en la batalla!
Oh líder de la caravana, libre de deudas, vaga por el mundo.
Habrá quienes lo entiendan”.
Veneración del Buda, SN 11.17