Por qué no creo en los certificados de mindfulness

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Foto de Marjan Blan | @marjanblan en Unsplash

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Los certificados de mindfulness, de inmediato me hacen dudar. El Buda no recibió un diploma, certificado o título de maestro de meditación de nadie. 

Padmasambhava, el maestro de la India que llevó el Budismo al Tibet, tampoco recibió autorización oficial para enseñar de una universidad. 

El maestro Dōgen, fundador de la tradición Sōtō, la escuela más importante de Budismo Zen en Japón, incluso se rehusó a recibir “Transmisión del Dharma”. Para los que no saben, recibir transmisión en el Budismo Zen equivale a volverte sucesor oficial de una tradición budista en Japón. Dōgen no creía en esos nombramientos.

Ninguno de ellos necesitaba certificaciones, autorizaciones o nombramientos oficiales. Lo que los volvió maestros de meditación y del Dharma fue su propia realización de la verdad. Su propio despertar espiritual.

Si lo piensas, ¿por qué querríamos recibir enseñanzas de alguien que no cuenta con la verificación en carne propia de la sabiduría de la que hablaba el Buda? 

Aun si habláramos de alguien que memorizó el canon budista, si no posee realización es imposible que pueda guiarnos de forma adecuada. ¿Por qué? Porque la realización es la interiorización del Dharma en el cuerpo y la mente, es la unión irrevocable con la enseñanza del Buda, es la percepción directa de la verdad.

Solo alguien que ha vivido la transformación que te da el Dharma te puede guiar.

Antes de iluminarnos, existen diferentes logros espirituales que señalan nuestro avance. Estos logros tampoco forman parte de un plan de estudios de un instituto. No son módulos que se completan para terminar algún curso en línea. No son horas de práctica acumuladas para conseguir créditos. Los logros espirituales son señales específicas que revelan nuestro avance en el sendero espiritual.

¿Y cuáles son estos logros? Depende de la tradición espiritual que sigas. Incluso dentro del Budismo, los logros se establecen según la escuela Budista a la que pertenezcas. 

En el Budismo Theravada, por ejemplo, se habla de Cuatro Etapas del Despertar:

  1. Sotāpanna: Se refiere al que ingresa a la corriente que lleva al Nirvana, y que es libre de la perspectiva del Yo, del apego a rituales y de dudas sobre las enseñanzas del Buda. Esta persona reencarna máximo siete veces más antes de iluminarse.
  2. Sakadāgāmin: Es el que reencarna máximo una vez más y que además de ser libre de los grilletes anteriores, ha debilitado de forma sustancial su deseo sensorial y voluntad enferma.
  3. Anāgāmin: Es el que ya no regresa y que ha erradicado por completo los grilletes anteriores, incluyendo su deseo sensorial y voluntad enferma.
  4. Arhat: Es el que es digno de honor, el que ha erradicado los grilletes anteriores y además es libre de apego de las absorciones meditativas, los reinos sin forma, el engaño, la inquietud y la ignorancia.

Por otra parte, en el Budismo Mahayana se habla de los Cinco Senderos:

  1. El sendero de la acumulación: En donde se acumula el mérito y las condiciones que llevan al despertar.
  2. El sendero de la unificación: En donde se establece la conexión con la verdad del dharma.
  3. El sendero de la visión: En donde se verifica la vacuidad de la realidad y, según la tradición e intención, se vuelve uno un Bodhisattva o un Sotāpanna.
  4. El sendero de la meditación: En donde uno medita sobre la verdadera naturaleza de la realidad.
  5. El sendero sin aprendizaje: En donde ya no hay nada que aprender ni entrenamiento que realizar.

Y si hablamos del sendero del Bodhisattva, este se compone de 10 niveles y que, una vez alcanzados, se logra la Budeidad.

Además, el Buda también habló de etapas específicas por las que pasas en la práctica de meditación:

  1. Primera absorción meditativa: Se caracteriza por la presencia de atención aplicada y sostenida, éxtasis y placer.
  2. Segunda absorción meditativa: Desaparecen la atención aplicada y sostenida y solo hay éxtasis, placer y unificación de la mente.
  3. Tercera absorción meditativa: Desaparece el éxtasis y solo hay placer, ecuanimidad y atención plena.
  4. Cuarta absorción meditativa: Se trasciende el placer y el dolor y solo hay ecuanimidad y conciencia pura y clara.

Y también habló de los Cuatro Reinos sin Forma:

  1. El reino del espacio infinito.
  2. El reino de la consciencia infinita.
  3. El reino de la nada.
  4. El reino de la Percepción y No-Percepción.

Incluso puedes también medir tu avance si de repente te vuelves más compasivo, o si de repente dejas de ser esclavo de las adicciones sensoriales. Hay muchas formas de verificar tu progreso.

El punto es recordar que nadie te otorga constancias o certificaciones de estas etapas, niveles, senderos, absorciones o logros espirituales. Solo la experiencia te revela si has logrado estas señales de la práctica. Y créeme, cuando suceden estos logros, te das cuenta.

Obviamente platicarlo con un maestro de meditación es importante porque te ayuda a identificar qué fue lo que ocurrió, a qué etapa llegaste. Pero, una vez más, el maestro que te oriente tiene que haberlo vivido.

Cómo identificar alguien con experiencia espiritual genuina

El Buda dio instrucciones específicas para evaluar la calidad de las personas:

“Y ¿qué buenas cualidades posee una persona recta? He aquí, una persona recta tiene fe, vergüenza y temor de actuar incorrectamente, es instruida, enérgica, consciente y sabia.”

Culapunnama Sutta, MN 110

“Y, ¿qué son las buenas amistades?…[las] de buena cultura,…llenas de fe, llenas de virtud, llenas de caridad, llenas de sabiduría. Actúan siempre de acuerdo con la fe de los fieles, con la virtud de los virtuosos, con la caridad de los caritativos, con de la sabiduría de los sabios. Éstas son las buenas amistades.”

Dīghajāṇu Sutta, AN 8.54

Los maestros de Budismo Tibetano dieron guías específicas para evaluar la calidad de los maestros espirituales. En resumen, hicieron incapié en prescindir de maestros cuyo comportamiento es cuestionable y apegarse a los maestros con virtud, meditación y sabiduría impecable.

Por supuesto, hay niveles. Encontrar un Buda es algo rarísimo. Tal vez haya un par por ahí, pero es más factible encontrar a un Bodhisattva de primer nivel, o a un Sotāpanna. Hay bastantes hoy en día. Para mí, estos ya son maestros confiables. Tal vez no hayan dominado el Dharma al 100% pero ya lo probaron, ya saben qué es y qué no es. Ya vieron el destino y el camino que lleva a tal destino.

Una vez que te pongas bajo la instrucción de un maestro con realización, aspira a las absorciones, los senderos, las etapas, los niveles del Bodhisattva y por supuesto aspira a la Budeidad.

Como he dicho mil veces, no importa si lo logras o no en esta vida. Lo importante es intentarlo sin rendirse. Con hacer eso, tu vida cambiará para bien de forma radical.

Qué puedas aspirar a los logros espirituales que te otorga la práctica constante del Dharma.

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